El artista vasco no oculta su preocupación por el impacto de la COVID-19 en el mundo de la cultura en general y del arte en particular. Pese a ello, traza un halo de esperanza y es que confía en la capacidad de supervivencia de los artistas
A Darío Urzay (Bilbao, 1961), artista presente en la colección Iberdrola, le gusta investigar, explorar y experimentar, por ello, como confiesa en esta entrevista, se considera a sí mismo casi más un inventor que un pintor. Esa actitud inquieta respecto a la vida y el arte le ha llevado a crear "hibridaciones complejas" que construyen un imaginario propio gestado y madurado durante décadas. A continuación, miramos al pasado para repasar su trayectoria, pero también al futuro para conocer su visión sobre cómo golpeará la COVID-19 al mundo del arte.
Iberdrola: Arranquemos volviendo la vista atrás, ¿cómo nace el interés de Darío Urzay por el arte?
Darío Urzay: Comencé a los 11 o 12 años, como cualquier niño, pintando unos óleos, pero abandoné la práctica de la pintura durante un tiempo. A los 17 la retomé y realicé una serie de acuarelas de paisajes que envié a concursos de pintura que había en España. Me dieron varios premios nacionales de acuarela compitiendo con gente ya profesional.
I: Empezó con una pintura que algunos han calificado de hiperrealista, pero pronto evolucionó hacia la abstracción. ¿Qué motivó ese cambio?
D. U.: Mi primera aparición pública en Bilbao fue en el año 1977 en la Bienal Vasco Navarra de Pintura con un cuadro que sí era de corte hiperrealista. Solo un mes antes había comenzado a estudiar Bellas Artes. Años después me surgió la oportunidad de ir a Londres invitado por la fundación Delfina Estudios, que acababa de nacer, junto a Txomim Badiola y el año que pasamos allí fue fundamental para mi carrera y para el cambio. Ya de vuelta en Bilbao comencé a hacer un tipo de pintura más expresionista con cuadros realizados con encáustica.
I.: Hoy, cuando se dirigen a usted como pintor, ¿se siente cómodo con ese apelativo o considera que hay otros que encajan mejor con usted y su obra?
D. U: Cuando alguien me pregunta cómo me definiría suelo decir artista plástico porque, aparte de pintar, he realizado muchas otras cosas. Recientemente, por ejemplo, he enviado dos vídeos al Museo Pushkin de Moscú porque me han invitado a un gran proyecto internacional en Internet. ¿Pintor? No me molesta, pero si tuviera que decir algo sería artista plástico.
I.: A lo largo de su trayectoria ha explorado y transitado numerosos caminos, ¿qué le mueve a innovar y buscar nuevas formas de expresión?
D. U.: Va con mi naturaleza investigar, explorar, experimentar y me he considerado siempre más un inventor que un pintor. Siempre he tenido la necesidad de manifestar algo y de hacerlo de la manera más adecuada posible. Por ello, en ocasiones, he utilizado fotografía, vídeo, modelos 3D, etc.
I.: Siempre ha mostrado interés por la dialéctica que se establece entre la obra y la persona que observa. Sus obras han sido expuestas en medio mundo durante las últimas décadas, ¿cree que el tiempo y el lugar desde dónde se observan influyen en dicha dialéctica?
D. U.: Afortunadamente, he expuesto en numerosos lugares del mundo y claro que desde donde se observan mis obras influye mucho en la dialéctica. El arte, a su vez, es siempre una adaptación al entorno. Por ejemplo, Nueva York era un entorno totalmente distinto al mío y al final tienes que ir adecuándote y el arte me ayudó en esa adaptación. Los vídeos para el Museo Pushkin que mencionaba antes están hechos desde el confinamiento —sin viajar, sin ir a ningún lado— y eso me ha influido a realizar un determinado tipo de obra.
I.: La fotografía es fundamental en su proceso artístico, ¿qué le atrajo de esta disciplina para integrarla en sus obras?
D. U.: La fotografía es un gran medio y desde su invención ha tenido una gran repercusión social. Para mi, más allá de la fotografía, es fundamental el mundo de la imagen, que puede aparecer pictóricamente, fotográficamente, temporalmente en modo de narración secuencial. La imagen es muy importante en la actualidad y es que la imagen construye la sociedad.
I.: El mundo actual está marcado por la tecnología, un elemento que usted también integró en su obra hace tiempo, ¿qué opina de su creciente influencia en nuestras vidas?
D. U.: Tecnológicamente, el mundo se ha disparado desde el siglo XIX, que fue un siglo de revolución. Ya en el XX, con la aparición de la televisión y los ordenadores, el mundo es otro. El mundo no ha crecido de forma sumatoria, sino de forma exponencial. ¿Qué pasará de aquí a 20 o 30 años? Mire cómo ha evolucionado el teléfono móvil en los últimos años, ahora tenemos un súper ordenador personal en la mano. Estamos totalmente influenciados por la tecnología.
I.: Sus obras suelen definirse como “hibridaciones complejas”, ¿podría explicar esto aplicado a alguna de sus piezas presentes en la colección Iberdrola: D88L0869 (2006) o Pasajes nocturnos (2011)?
D. U.: Sí, mis obras son híbridos porque creo que todo en la vida es híbrido. La pureza y la esencialidad son cosas que pertenecen a una época clásica, casi ideal, y yo creo poco en las cosas ideales. La realidad es mucho más banal siempre que el mundo de las ideas. Hibridaciones complejas quiere decir que no son obras simples y directas, sino que tienen sus quiebros a la hora de acceder a ellas y de crearlas. En esas obras me llamó mucho la atención no como se construía la Torre Iberdrola, sino verla crecer. Desde mi ventana veía como poco a poco un esqueleto iba apareciendo en el espacio.
I.: Iberdrola, además de poseer una amplia colección, impulsa el arte a través de diversas iniciativas, ¿podemos considerar a las grandes empresas como uno de los grandes mecenas del siglo XXI?
D. U.: Sí, Iberdrola es de los pocos mecenas que hay a nivel empresarial y es muy de agradecer que una compañía así se preocupe de tener una colección propia. Probablemente haya otras iniciativas que se podrían plantear y tener un cierto interés a nivel empresarial.
I.: Volviendo al tema del entorno que comentábamos antes, ¿cómo ha llevado el confinamiento a consecuencia de la pandemia de COVID-19? ¿Ha afectado a su proceso creativo?
D. U.: La crisis del coronavirus me ha pillado confinado con dos niños pequeños en casa a los que tenía que atender y ayudar en sus deberes escolares. Mi mujer trabaja de médico en una UCI, así que ha sido un proceso complicado. A pesar de no haber ido al estudio y haber estado parado, la cabeza no puede parar de tener ideas y, aunque fuera desde una pequeña habitación, han surgido algunas que creo servirán para hacer una evolución en mi trabajo futuro.
I.: Las repercusiones a nivel socioeconómico de la crisis del coronavirus van a ser de impacto. En ese sentido, el sector de la cultura y del arte pueden ser de los más golpeados, ¿cómo ve la situación: con optimismo o con pesimismo?
D. U.: Desgraciadamente, tengo la sensación de que vamos a sufrir una gran crisis. Los artistas, los actores, el mundo de la cultura en general va a vivir tiempos muy muy duros. A nivel existencial lo veo con optimismo y a nivel económico con pesimismo. Los que vivimos exclusivamente de nuestro trabajo lo vamos a tener complicado, pero tendremos que reinventar cosas y buscar salidas. El mundo de las galerías, por ejemplo, está muy parado en estos momentos y, aunque tendrá que reiniciarse, esta crisis también va a afectar a los coleccionistas. En cualquier caso, el arte siempre estará ahí porque los artistas siempre podemos crear y siempre estamos creando. Más allá del espacio físico, en nuestra cabeza siempre están pasando cosas, y una hoja de papel y un bolígrafo a veces son suficientes para iniciar algo. Espero que todo pase y que dentro de un tiempo veamos esta época como algo de lo que aprendimos.