Durante los últimos años las relaciones de esta artista serbia con Brasil se han estrechado en base a intereses como la energía de la tierra, los lugares tenidos como mágicos o sagrados, la invocación de lo trascendente chamánico, los rituales ancestrales y el poder de ciertos minerales. El objetivo de este acercamiento a fuerzas animistas esenciales ha sido encontrar los posibles límites entre el arte y la espiritualidad. Un claro abierto en la espesura boscosa de la Amazonía acoge el cuerpo de la artista que reposa tendido junto a unas brasas: la tierra esquilmada y el fuego apagado (lo ya inerte) conviven con la oscura fronda y el blanco cuerpo (lo aún vivo y que puede regenerar la vida) bajo un cielo de amenazadoras nubes.