La sistemática manera en que el matrimonio Becher fotografió y ordenó distintos tipos de construcciones de Alemania durante los años cincuenta, sesenta y setenta tiene algo de clasificación entomológica, de estado de la realidad y de análisis de las diferencias de lo igual. Se trató de un trabajo que pretendía mirar directamente a las herramientas de producción de un país que se reconocía industrial y que cifraba en esa condición la importancia de su carácter.
Como científicos sistemáticos que recorren los lugares significativos de un territorio o buscan individuos de una especie animal para, al ponerlos unos juntos a otros, detectar sus rasgos comunes y establecer las pautas de comportamiento que los definen como geografía o como ser vivo, los Becher fotografiaron chimeneas, depósitos de agua, torres de refrigeración, gasómetros, castilletes de extracción, silos de cereal, altos hornos, etc., además de casas populares con muros atravesados por entramados de madera, siempre con una visión frontal, a una misma distancia y altura, algo sobreelevada. Más que el aspecto arquitectónico, se subraya la presencia escultórica de esos elementos. Con tales registros llevaron a cabo un inventario minucioso que, desde ese punto de vista constructivo y utilitario, proporcionó una imagen nítida de Alemania, pero en la que los alemanes estaban ausentes.
A pesar de su frialdad, neutralidad, rutinaria ordenación y ausencia de color, en estas composiciones resuena algo paralelo al contemporáneo mundo del pop art: la repetición y serialización con mínimas variantes de un mismo tema. Aunque los objetivos eran bien distintos para este matrimonio alemán y para los artistas pop, en todos coincide un mismo gusto compositivo y formal.