Esta
pieza de la Colección Iberdrola muestra un rincón (¿museo o galería de
arte?) en cuyas paredes y suelo se exponen y apoyan obras de arte
contemporáneo, entre ellas una en que el pintor Gerhard Richter (un
pequeño óleo que simula la fotografía movida de la cara de un individuo)
contempla la borrachera abstracta de colores entrelazados de Frank
Stella.
Su trabajo sobre los
pasos en la ejecución del Guernica de Pablo Picasso, que proponía un
paso evolutivo más allá del final determinado por Picasso (o del final
impuesto por la inauguración de la Exposición parisina de 1937 en la que
esa pintura fue presentada), supuso que Amondarain se metiera en la
cabeza del autor malagueño para imaginar cómo hubiera sido la famosa
pintura de haber dispuesto su creador de unos días más, dados los
constantes cambios que introdujo en tan pocos días, y ha sido una de las
más célebres y recientes incursiones suyas en la historia del arte.
La pintura o, mejor dicho, la visión de la pintura y la verdad o mentira
que esta nos muestra es un tema apreciado por José Ramón Amondarain. La
pintura realista es un artificio que dice comunicarnos cosas que no son
lo que aparentan ser, pero que normalmente aceptamos de buen grado como
si lo fueran, y nos mostramos encantados con ello si el engaño es lo
bastante creíble. A Amondarain le gusta plantear las paradojas que se
derivan de este autoengaño, el más antiguo de los cuales sería el de la
pintura dentro de la pintura y, por supuesto, el trampantojo; pero no se
limita a él sino que se adentra en la historia de la imagen
artísticamente elaborada para dar volatines conceptuales con todo ello.
El autorretrato fotográfico de una afamada artista que es reproducido al
óleo exactamente igual por él, por ejemplo, plantea la duda sobre lo
que vemos: ¿es la fotografía o es una pintura?, ¿es de la conocida
autora o es de Amondarain? Y en caso de que sea de este último, ¿qué le
pertenece a él y qué a ella? Y así sin fin.