Gabriel Orozco (Xalapa, México, 1962) irrumpió en los años noventa como un creador inclasificable que difuminaba las fronteras entre la experiencia de lo cotidiano y el objeto artístico. Con una formación inicial en pintura y escultura, derivó hacia prácticas conceptuales con fotografías de momentos efímeros, objetos encontrados o intervenciones sutiles en el paisaje urbano. Esta aproximación le llevó a formar parte de una generación global de artistas que, tras la estela del posminimalismo, redescubrieron la potencia de los pequeños gestos y las escenas vulgares y cotidianas. Sus proyectos invitan a cuestionar la rutina en la percepción, apostando por la deriva y el azar como fuerzas de la creatividad.
Esta pieza hace referencia a la transformación de los espacios, un tema que recorre buena parte de la producción fotográfica y escultórica de Orozco. A menudo, los escenarios elegidos son restos arquitectónicos o huellas de la actividad humana que, al ser reencuadrados, cobran un matiz diferente.
En Ladrillo en varillas, Orozco aisla un fragmento de pared o un muro con la huella que ha quedado tras la demolición de una construcción. Un ladrillo descansa fortuitamente sujeto entre dos varillas de acero, que parecen estar abrazando o sosteniendo el bloque. La composición se centra en la curiosa forma de estos “brazos” de metal que, con un gesto mínimo, y quizá por su cualidad antropomórfica, logran transmitir cierta empatía, personificar el edificio, o lo que queda de él, que en una escena que ahora se nos revela extrañamente tierna, se niega en este gesto a que el último de sus ladrillos termine finalmente en el suelo. De este modo, se convierte en excepcional una imagen completamente banal y se subraya de nuevo, la idea de que lo ordinario puede volverse extraordinario si prestamos atención a los detalles.
Entre 2009 y 2011, el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York organizó una amplia retrospectiva de su obra, que se exhibió también en el Kunstmuseum Basel, el Centre Pompidou de París y la Tate Modern de Londres. Sus piezas forman parte de las colecciones permanentes de instituciones como el MoMA, la Tate y el Centre Pompidou, reafirmando su relevancia en el arte contemporáneo internacional.